El 29 de junio es el Día Internacional del Orgullo Gay, imagino que ya lo sabréis tod@s.
Recientemente se van escuchando voces críticas con la celebración de dicha efeméride y ya no únicamente de los sectores más retrógrados del país: jerarquía católica, parte del PP...) sino incluso del algún colectivo gay. Pues os daré mi opinión sobre el tema.
Mientras en España siga habiendo adolescentes maltratados por sus compañeros en los colegios por "mariquitas", mientras sigan habiendo padres que tiren de casa a sus hijos por ser así, mientras la gente no vea con absoluta normalidad que una pareja homosexual se puede besar en la calle o en un local de copas y no pase nada, mientras que se utilice la palabra "maricón" o "tortillera" como insulto, mientras a los transexuales se les impida el acceso a muchos trabajos, mientras hayan miles y miles de casados y con hijos "armarizados" por miedo del qué diran, mientras sigan sucediendo estas cosas y muchas más discriminaciones, habrá que celebrar el orgullo. Hay que estar orgulloso de ser como se es, porque ser gay, lesbiana, transexual o bisexual no es un pecado ni un vicio, es una forma de ser y ya está.
Y mientras haya gentuza que nos mira mal, que nos insulta, nos agrede o intenta que no tengamos el mismo derecho que el resto de ciudadanos españoles, habrá que salir dando la cara y gritando muy fuerte por la libertad, por el orgullo de tener una orientación sexual diferente pero ser igual que los demás...
Y todavía hay algún imbécil que afirma que debería haber un "día del orgullo hetero". Pues vale, cuando un chaval le diga a sus padres "soy hetero" y después de un bofetón le lleven a una clínica para "curarle", será propicio hacerlo.
Y hay que ser gay a cara descubierta, por eso tiene sentido el orgullo, celebrar la diversidad en la igualdad, con plumas o con cuero, siendo unas locas o unos machotes de pelo en pecho, teniendo la valentía de vivir como quieres y mostrar a los demás que no te importan sus comentarios, sus maledicencias. Eso es duro, por supuesto, pero nada le da más miedo a la derechona carca y mugrienta que la visibilidad, el que nos hayamos casado miles de parejas y no se haya destruido el concepto de matrimonio, el que haya ministros, alcaldes y concejales, jueces, profesores, directores de cine, actores, cantantes, artistas plásticos, escritores, médicos, empresarios, deportistas, bibliotecarios y sindicalistas (como yo), todos homosexuales y todos integrados en una sociedad que nos quiere y nos respeta, excepto cuatro tarados nostálgicos de un pasado que no volverá, gracias a Dios.