Hacer dieta en verano, ya se sabe, es misión casi imposible. Es la época del año más dada a las cervecitas, el tapeo, los helados, las quedadas familiares o con amigos, el copeteo de las distintas fiestas patronales...
Después de haber perdido el año pasado ¡20 kilos!, me he estancado. Además de los fines de semana, también peligrosos durante todo el año, jugaba con una baza importante, un medicamento recetado por la endocrino que me trataba, el Reductil, pero ¡ay! fue retirado de las farmacias a principios de febrero por supuestas contraindicaciones cardíacas y yo, personalmente, me he quedado desamparado. Estas pastillas obraban el maravilloso efecto de quitarte las ganas de comer y la ansiedad ante los alimentos y claro, así jugaba con ventaja.
Desaparecido el Reductil únicamente queda como fármaco real para adelgazar el Xenycal o su versión reducida Alli, pero no es lo mismo. Éste lo que hace es no permitir que parte de la grasa que ingiero pase a mi organismo, expulsándola (imaginad cómo) y restando calorías. Pero no me quita las ganas de comer y claro, cuesta más resistirse a las ambrosías estivales.
Pillo dos o tres kilos, los bajo en una semana, los vuelvo a pillar, pero así voy... Habrá que esperar al otoño, antes de Navidad, para ver si vuelvo a pegar un acelerón y consigo bajar entre cinco y diez kilos más. Veremos.
Viñeta de Forges