Después de más de diecisiete años nos hemos despedido de nuestra casa en La Marina. En agosto de 1999, cuando nuestra amiga Irene la dejó para trasladarse a una casa en propiedad, la alquilamos nosotros, con la intención de pasar allí veranos y fines de semana.
Por razones que no vienen a cuento, decidimos un año después quedarnos a vivir allí todo el año, cerrando nuestro piso en Alicante. Y allí estuvimos hasta diciembre de 2003, que nos trasladamos definitivamente al que es nuestro hogar, en Castalla. Pero muchos fines de semana y algunas semanas en verano seguíamos allí, en compañía de parte de la familia, que también sufragaba gastos de alquiler.
Hemos vivido muchas cosas buenas y alguna mala, como es natural. Por desgracia, las cosas malas se han amontonado en el último año, con la presencia de un impresentable como vecino y la indiferencia hacia ciertas situaciones inenarrables por parte de los caseros. Ante esa situación, y como lo importante es vivir tranquilo y a gusto, ponemos fin a una etapa.
Espero que, al menos, nuestra Willow (la palmera de la foto, plantada por nosotros encima de los restos de nuestro primer gato), perdure en el tiempo, como un recuerdo imborrable de nuestra presencia y nuestro cariño por ese pedacito de tierra en La Marina.
1 comentario:
Una etapa que deja experiencias, buenas y malas, pero de que debemos aprender.
La siguiente etapa, seguro que será tan emocionante como la que acaban de terminar.
Saludos. Mucho éxito en tu nueva etapa
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