viernes, 12 de julio de 2013

Los falsos amigos

No me refiero con el título de esta entrada al término lingüístico (falsos amigos son palabras que, a pesar de tener significados diferentes, pueden escribirse o pronunciarse de una manera similar en dos o más idiomas), sino a la gente, en general, que se dicen amigos y no, no pasan de conocidos y algunos con muy mala leche.

Las redes sociales propician aceptar como "amigos" en tu perfil a cientos de personas; evidentemente, en una primera criba que yo hiciera en mi Facebook caerían entre trescientas y cuatrocientas personas, por no ser amigos ni ahora ni nunca, sino en todo caso compartir intereses parecidos y, con esta manera de contacto poder difundir mejor nuestros mensajes.

Por supuesto, a estas alturas yo conozco quiénes son mis amigos de verdad, los más íntimos; después un grupo más amplio de lo denominado como amigos, gente con la que te ves de vez en cuando, te cuentas alegrías y desgracias pero no hay una ligazón tan estrecha; luego viene el grupo de amiguetes ocasionales o conocidos (o incluso desconocidos pero que has tenido un contacto agradable virtual) y por último quiénes fueron amigos en una etapa pasada de mi vida y ahora, por nostalgia, he vuelto a ponerme en contacto con ellos (y con mucho agrado, por cierto), aunque es difícil, aunque no imposible, que se pueda recuperar totalmente una amistad anterior vía online. 

Después de esta taxonomía de la amistad (donde están incluidos familiares también, cada uno en su rango apropiado), quiero destacar que normalmente cuando uno da una noticia que considera muy buena (recientemente, mi finalización de la licenciatura en Filología Hispánica), lo lógico que quienes consideras amigos se alegren por ti e incluso te feliciten (también hay gente en Facebook que no conozco en persona y lo ha hecho).

¿A qué viene todo esto? Pues que me toca las narices que una persona, compañero de trabajo en la Universidad (en otro servicio), utilizara ese sentimiento de orgullo y satisfacción por haber aprobado la carrera, que conoció por la Red, para burlarse de mí, además con público, intentando hacer la gracieta pero quedando patético. Este "amigo" (Jordi), voz en grito y haciendo elocuentes gestos con las manos en alto, repetía por el Campus sin cesar: "¡Ya soy licenciado, ya soy licenciado!", en una actitud que él pensaba jocosa y yo tildaba de patética. 

Como podéis ver, me molestó bastante que utilizara su "amistad" en Internet para tener conocimiento de mis cosas y hacer mofa de ellas; evidentemente, ya lo he borrado de mi lista de amigos de Facebook, porque no me interesa ni que sepa nada más de mí ni yo saber nada de él. Me lo sigo cruzando por el Campus y a muy poca gente en mi vida le he retirado el saludo, así que le sigo saludando y hablando con él, pero no me da la gana de compartir nada más con este "gracioso" personajillo. 

En este mosaico (elaborado por mi amiga Kate), se encuentra un buen número de mis verdaderos amigos.