De normal, no me gusta el fútbol. Es bueno empezar siendo sincero.
Pero ahora toca ampliar. No me gusta el fútbol todas las semanas, viernes, sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves... que si liga, champions, uefa, copa del rey... vamos, un horror cansino, que algunos (muchos) aficionados celebran por todo lo alto, bien sea en el campo, bien en el sofá. Pero sí me uno al espíritu competitivo de las grandes ocasiones, de los partidos del año/siglo: un Barça-Madrid, una final europea con equipo español (preferiblemente el Barça, ejem), un mundial o una eurocopa, cuando juega la selección española.
A lo que voy. No me gusta el fútbol, pero he sufrido y he disfrutado con los partidos y las victorias, en su caso, de España en estas semanas. Y no me siento alienado, ni creo que la crisis se acabe por esto.
Pero estoy un poco harto de tanto agorero.
Todas las mañanas, las sobremesas y las noches nos amargamos escuchando y/o viendo las noticias sobre la recesión, la puta prima de riesgo, Merkel y sus exigencias, el borreguismo seguidista de Rajoy y sus recortes, las subidas de la luz, del gas, de la gasolina, la próxima del IVA..., lo que nos espera de nuevo a los funcionarios (para alegría de mucho imbécil envidioso), etc. Y unos incendios que te hacen llorar de frustración, en Valencia, Albacete y Murcia, sabiendo que es por culpa de escatimar recursos en la prevención y en la extinción por parte de los gobiernos corruptos y/o despilfarradores. Y qué falta de sensibilidad del gobierno central, lo que han los ministros tardado en aparecer por allí (y Rajoy dando saltos en el partido, en fin).
Soy consciente de lo mal que va el país, estoy absolutamente en contra de la política que se está realizando y creo que hay otra forma de salir de la crisis, más social y humanitaria. Pero resulta que, si me alegro porque España haya ganado la Eurocopa, soy un borrego. Que los jugadores van a ser crucificados porque van a cobrar unas primas, que no se sabe si tributarán o no en el país, mientras empresarios, políticos y banqueros tienen los bolsillos forrados de nuestros dineros. Y los que esto critican, ¿porque no salen a insultar por la calle a todos los políticos corruptos / despilfarradores / inútiles que han hundido su comunidad, su ciudad, su pueblo? ¿Por qué no esperan a la puerta del hotel de lujo marbellí a Dívar para embrearlo y mantearlo? ¿Por qué no hacen con los administradores de bancos y cajas de ahorros, inútiles y aprovechados con pensiones millonarias, como con los bous a la mar, y los tiran por el puerto? Es indecente que Zapatero se compre una casa por casi un millón de euros y es indecente que Esperanza Aguirre diga que no llega a fin de mes.
Hablando por el chat con un amigo, de los que inundan la red con soflamas incendiarias, le dije que para solucionar esto había que montar una revolución sangrienta, como en los países árabes el año pasado; su respuesta, no, no que eso puede traer muchas complicaciones, habrá otra manera. Revolución o involución, le dije yo, para picarle (ya toca decir que estoy en contra de revoluciones sangrientas). Evidentemente, una revolución le daba miedo, por sus consecuencias. Pues entonces, sigue utilizando facebook y twitter, pero eso le toca la nariz a "los mercados" (como mucho) y ya está.
Hace falta una respuesta civil a tanto mamoneo, un 15-M mejor organizado, que se traduzca de forma política en las urnas, como en Grecia, que vaya tomando músculo y al final pueda ganar las elecciones, para terror de los políticos de siempre. Y sí, hace falta salir a la calle, pero no solo a celebrar que ha ganado la Roja, sino a impedir que sigan tocándonos los derechos, los dineros y los cojones.
Y así estamos, apostando por ello. Pero no voy a permitir que gente que no se atrevería a más (por no perder su puesto de trabajo, por temer por la seguridad de sus hijos, etc., motivos muy legítimos por otra parte), me tenga que decir si puedo olvidarme unas horas de la crisis y la madre que la parió por emocionarme viendo jugar al fútbol a la selección. Y no me gusta el fútbol, de normal.
Y sí, los incendios en Valencia (y en Murcia y Albacete) son un horror y es responsabilidad de los mismos, pero en la Comunidad Valenciana estamos acostumbrados a que nuestros políticos echen balones fuera y queden libres de toda culpa; luego mucha, mucha gente les vota y ya está todo arreglado: tenemos lo que nos merecemos, por desgracia. Y por cierto, olé por los bomberos (funcionarios, pese a la mala fama que tienen estos trabajadores) y todos los voluntarios que están participando en la extinción de las llamas.