Entre la curiosidad, la fascinación y el horror estoy acabando
de leer el libro Berlín oculto. Sexo, crimen y magia antes del apocalipsis nazi,
edición de Servando Rocha y publicado por La Felguera este 2025.
Es una recopilación de escritos, alguno contemporáneo pero
casi todos de la época, al igual que las ilustraciones, de las que está plagado
el libro. En él se describe cómo después de la Primera Guerra Mundial, tras el
Tratado de Versalles donde se infringió un duro castigo moral y económico a
Alemania, primero la sociedad cayó en una profunda depresión que hizo germinar
las actitudes nacionalistas violentas de parte del pueblo, luego un esplendor
económico y festivo debido a los préstamos que el país recibió de USA que acabó
de manera abrupta por la crisis del crack del 29, lo que desembocó en un
ascenso de las posiciones más radicales y la subida al poder, primero de manera
democrática y, una vez ahí, de manera totalitaria y sangrienta, del nazismo. El
que los problemas del país eran culpa de los otros, de los que no eran de raza
pura, de familia tradicional, convirtió a todos los demás en enemigos a
destruir… judíos, inmigrantes, socialdemócratas o liberales, comunistas, anarquistas
o “depravados sexuales” (es decir, todo el colectivo LGTBI).
El libro relata desde tres perspectivas la situación alemana
y de Berlín en particular desde el punto de vista del sexo (una gran libertad
de opciones opinión y ocio), violencia (bandas asentadas tipo mafia, grupos
paramilitares) y magia (grupos esotéricos que velaban por las raíces arias pero
que fueron prohibidos luego por los nazis, aunque quedó mucho en el imaginario
de Hitler y sus secuaces).
Gran parte de la juventud, que estaba sumida en el
desarraigo familiar, en el paro y la pobreza, sin posibilidad de independizarse en una vivienda, sin un horizonte de soluciones,
tomó como suya la bandera del odio y la culpabilización del otro. Y así pasó lo
que pasó.
Es imprescindible leer libros como este para recordar lo
ocurrido, para no volver a caer en lo mismo. Ahora los radicalismos de extrema
derecha se están haciendo con el poder en varios países con los mismos mensajes,
la vuelta a un pasado conservador, donde la mujer ocupe su sitio al servicio de
la familia, la homosexualidad como mucho quede encerrada en las casas y no se
publicite (la transexualidad queda borrada de la faz de la tierra), los inmigrantes
que se asienten sean los ricos que metan dinero en el país o los pobres que
vengan a servirnos sin rechistar (y que sean de religión y color parecido a los
nuestros), que los trabajadores y pensionistas no tengan tantos derechos, que no
haya impuestos y los servicios públicos queden reducidos a lo mínimo… el descontento está siendo utilizado por por sector político concreto y magnificado por los bots e influencers de las redes sociales.
Cuidado, la historia es cíclica y, sin ganas de ser
pesimista, no vamos por buen camino.

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