Hay cosas que a los pobres mortales como yo nunca se nos revelarán. Una de ellas es: ¿por qué los ricos y los famosos, cuando se casan, no hacen separación de bienes? A lo mejor no es esa la fórmula, no lo sé, pero resulta penoso y crematísticamente hablando un desastre que cada vez que hay un divorcio en la prensa rosa, sobre todo la anglosajona, las peleas en los juzgados por el dinero del famoso sean eternas. Ha pasado ya varias veces con Paul McCartney, que no escarmienta, con muchos otros, y ahora le toca el turno a Madonna. Parece ser que ésta le ha ofrecido 24 millones como indemnización por la separación a su marido, Guy Ritchie. Y que él los ha rechazado y está buscando a los mejores abogados británicos para intentar sacarle hasta el hígado a la cantante. Pues no lo entiendo, qué le vamos a hacer. Este señor, director de cine, en cuanto se separe de Madonna ya no será nadie y como mucho dirigirá películas espantosas que nadie verá, como antes. Pero claro, la diferencia es que tendrá los bolsillos llenos del dinero de su ex-mujer. Qué pena.
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