
Por primera vez una campaña que ha unido a sindicalistas, ciudadanos y ciberactivistas (una red inmensa de blogs por toda Europa, entre ellos éste) ha tumbado una directiva europea retrógrada, que no hubiera afectado a España, seguramente, ya que aquí está establecido un máximo de 48 horas de trabajo semanales, pero sí podía haber influido en algunos países del este de Europa, lo que hubiera significado un tormento para esos trabajadores y una competencia desleal para el resto de europeos.
Podemos estar contentos, de verdad.
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