
Las misas en latín y de espaldas al pueblo (con el sacerdote dirigido hacia Oriente) fueron una medida adoptada en el Concilio de Trento (siglo XVI), como respuesta a la Reforma Luterana. De la mano de Juan XXIII, esta forma de celebrar misa quedó abolida. Tras el Concilio Vaticano II, la Santa Sede abrió la puerta a las misas en la lengua de cada país, así como a una mayor participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas.
La Congregación del Culto Divino, organismo vaticano presidido por el cardenal español Antonio Cañizares, presentó el pasado 4 de abril un documento a Benedicto XVI en el que aboga por retornar a las misas oficiadas en latín y de espaldas a los fieles.
Cada vez queda más claro que Ratzinger, el acutual Papa, ha traido tras de sí una preocupante ola de ultra-conservadurismo a la Iglesia, que nunca ha sido demasiado progresista, por otra parte. Estoy absolutamente convencido que a la jerarquía eclesiástica les importa poco sus fieles y su misión, y nada el hambre y las enfermedades que azotan a medio mundo, incluso en los países desarrollados. ¿Se extrañan de cada vez haya menos gente dispuesta a confiar en ellos y seguirles? Mala política y peor marketing.
Y mejor para el progreso de la Tierra.
La Congregación del Culto Divino, organismo vaticano presidido por el cardenal español Antonio Cañizares, presentó el pasado 4 de abril un documento a Benedicto XVI en el que aboga por retornar a las misas oficiadas en latín y de espaldas a los fieles.
Cada vez queda más claro que Ratzinger, el acutual Papa, ha traido tras de sí una preocupante ola de ultra-conservadurismo a la Iglesia, que nunca ha sido demasiado progresista, por otra parte. Estoy absolutamente convencido que a la jerarquía eclesiástica les importa poco sus fieles y su misión, y nada el hambre y las enfermedades que azotan a medio mundo, incluso en los países desarrollados. ¿Se extrañan de cada vez haya menos gente dispuesta a confiar en ellos y seguirles? Mala política y peor marketing.
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